En contraposición a la corriente del culto al falo...
GRAN CHOCHO, BULBA GIGANTE, PODEROSO COÑOTO. Con su correspondiente clítoris que es otro chocho, gordo, con sus labios externos e internos.

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Somos mayorcitos y hemos visto Érase una vez el Cuerpo Humano y otras películas más comprometidas en las que el amor no termina en boda.

 

Todas esas formas fálicas que nos acompañan desde la antigüedad hasta la publicidad mediática de nuestros días, hacen referencia a una creencia, a un mito, a un Dios, hombre. Sin embargo, las representaciones de Dioses más antiguas que se han encontrado en nuestro mundo muestran a mujeres, consideradas Diosas de la Tierra y la Fertilidad.

 

Mentiras, tácticas, maniobras, manipulación por parte de falsos profetas, guían al rebaño a lo largo de una historia que se reescribe como un palimpsesto del absurdo, generación tras generación. La obra es un acto feminista, pues pretende equiparar el culto al chocho con el desproporcionado culto al falo.

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En este tipo de intervenciones es necesaria la actuación del artista a modo de performance, pues sin ello no concluye la obra. Formando este, a su vez, parte de la misma. Se trata de una línea de trabajo que abre una nueva puerta, donde lo efímero adquiere un mayor protagonismo, y la parte documentativa es fundamental. Los únicos y verdaderos espectadores de la pieza in situ son los artistas, y cualquier persona o animal que casualmente pase por allí.

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Proponemos un acto de creación y destrucción, que se fragua en el tiempo, y por ello nos hace valorar el instante como verdaderamente merece.