Si quieres ser feliz un día, emborráchate, si quieres ser feliz una semana, lee un libro. Si quieres ser feliz un mes, cásate. Pero si quieres ser feliz toda la vida, hazte jardinero. (Proverbio chino)

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Sembrar, cuidar, crecer, respirar, fructificar, respetar, observar, disfrutar. Todo eso y mucho más, se puede experimentar en un jardín. Es como jugar a ser dios, disponiendo vida sobre un terreno baldío, convirtiendo la ceniza en abono, atrayendo a otros seres vivos, creando un ecosistema.

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Al llegar al lugar, encontramos el tronco de una palmera despojado de sus ramas, sin vida, quemado, casi completamente negro. La zona se encuentra rodeada de olivos, de un color verde oscuro, por lo que decidimos emplear otra especie de rama, con hojas más grandes y de un verde más intenso, generando así mayor impacto visual. Decidimos instalar en el tronco de la palmera a modo de falso injerto, la rama de un limonero. 

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Lógicamente, dicha rama no encontrará modo alguno de prosperar en tan inhóspito entorno, y comenzará por tanto su proceso de deshidratación, para finalmente regresar a la tierra y devolverse como abono.